En 1986 me clasifiqué para el Campeonato del Mundo de Natación que se celebró en Madrid. Pero estudiaba en el INEF y las pruebas coincidían con la competición. Las pruebas del INEF eran físicamente duras, y yo temía lesionarme, y por consiguiente perderme el Mundial. Fui a hablar con el director y le expliqué mi situación para ver cómo se podía solucionar. Su respuesta no dio lugar a un acuerdo: “O la natación o los estudios”.
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